Una pareja de amantes está retozando en la cama cuando oyen entrar al marido. Saltan de la cama y ella le calma:
"No te preocupes, te voy a cubrir de talco y te estás completamente quieto para pasar por una estatua".
Rápidamente lo cubre, quedando él todo de blanco. Al momento, entra el marido en la habitación.
"¿Qué tal, cariño?"
"Pues, muy bien, mi amor".
"¿Y esta estatua?"
"Pues nada, vi el otro día una igual en casa de los Pérez, me gustó y la he comprado esta mañana".
Sin más comentarios se acuestan los dos.
A las tres de la madrugada, el marido se levanta, se va a la cocina, coge un vaso de leche y unas galletas y regresa a la habitación. Se acerca a la estatua y le dice al oído:
"Toma, machote, que yo me pasé así tres días en la casa de los Pérez y no me ofrecieron ni un vaso de agua".
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