domingo, 19 de febrero de 2012

MEMED, te estas superando, gracias.

LA VIUDA (Argentina)

Francisco invitó a su amigo Carlos a esquiar . Cargaron todo en su camioneta, y se fueron a Las Leñas (que se supone que es una zona como Sierra Nevada).

Apenas entraron en Mendoza, el tiempo se puso muy feo. El cielo se oscureció, empezó a soplar un fuerte viento inesperado para esa época del año, y los primeros ramalazos de aguanieve sacudieron el vehículo.

En ese momento vieron las luces de una estancia sobre la ruta. Sin dudarlo, enfilaron hacia la casa para pedir refugio.

Salió a recibirlos una mujer vestida con pantalones y camperón que no lograban ocultar su esbelta figura, con los cabellos rubios ensortijados húmedos.

'Acabo de dar una vuelta para controlar que todo está en orden', explicó, 'y veo que esta noche vamos a tener una fuerte tormenta. Pero sucede que yo he quedado viuda hace pocas semanas, y si los dejo dormir en mi casa temo que la gente hable; es algo que no me gusta para nada y que no me conviene.'

'No se preocupe, señora,' dijo Francisco. 'Nos basta con que deje que metamos la camioneta en las caballerizas que se ven al lado de la casa. Podemos refugiarnos ahí para pasar la noche. Nos iremos a primera hora de la mañana'.

La señora aceptó, ambos hombres se dirigieron a las caballerizas y se acomodaron para pasar la noche. No bien despuntó la mañana se encontraron con que el tiempo había aclarado, y viendo que en la casa estaba todo en silencio y con las persianas cerradas, se marcharon.

Ese fin de semana ambos disfrutaron de lo lindo esquiando en Las Leñas.

Nueve meses después, Francisco recibió una carta inesperada enviada por un estudio jurídico. Se devanó los sesos pensando de quién podía tratarse, hasta que al fin se dio cuenta de que era de los abogados de esa atractiva viuda que habían conocido aquel fin de semana en Mendoza.

Subió a su camioneta y se fue a casa de su amigo Carlos.

-'Carlos, quiero preguntarte algo', le dijo. 'Te acuerdas de esa viuda tan buena moza de..'

-'Sí, me acuerdo', respondió de inmediato el otro.

'Díme la verdad: esa noche, mientras dormíamos en la camioneta, ¿te levantaste y fuiste a la casa a verla?'

'Sí', confesó Carlos, algo avergonzado al haber sido pescado en falta. 'Sí, lo hice.'

-'¿Por casualidad le diste mi nombre, haciéndote pasar por mí, y le diste mi dirección como si fuera la tuya?', preguntó Francisco con voz incrédula.

Carlos enrojeció.

'Sí, lo siento; yo tenía en la billetera la tarjeta que me habías dado cuando te mudaste, y le di ésa.  Tu no tienes compromisos, vives solo,  eres más  valiente para defenderte en caso de problemas...' Se encogió de hombros. '¿Por qué? ¿Pasó algo?'

'Murió el mes pasado, y me dejó toda su fortuna'.

A que creíais que iba a terminar de otra manera, malpensados.






Un espía huye del KGB ruso. A punto de ser capturado, se tropieza con una monja a la que le pide que lo esconda bajo el hábito.

Cuando los agentes del KGB se cruzan con la monja, le preguntan si ha visto a un hombre sospechoso que huye.

La religiosa les informa de que no ha visto a nadie, y los agentes siguen su camino.

Cuando el peligro ha pasado, el espía sale de debajo del hábito de la monja y dice:

-Gracias, hermana, por haberme salvado de ser capturado por el KGB.

-Lo he hecho con mucho gusto -contesta la monja.

-Si me lo permite, tengo que decirle, hermana, que usted tiene unas piernas muy hermosas. ¿Notó usted el leve besito que le di en las pantorrillas?

-Pues claro que sí.

-¿Y sintió usted después mis besos fogosos en sus rodillas?

-Por supuesto.

-¿Imagino que notaría también cuando fui subiendo y le pasé mi lengua por los muslos?

-¡Ay! Sí que lo noté, sí.

-¿Y qué hubiera sucedido, hermana, si yo hubiera seguido subiendo y subiendo con mi lengua?

-Pues que me hubieras lamido los huevos. ¿O es que te crees que eres el único espía de por aquí?

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